lunes, 3 de febrero de 2014

Capítulo 11: Y sabrás que mi nombre es Johnny cuando caiga mi venganza sobre tí...

Los Spartans entraron en aquella casa. Johnny apuntó a los otros dos Aces con su Desert Eagle.
- Si sois medianamente inteligentes, estaos quietos.
Jack y Ritchie agarraron al tío al que Johnny había golpeado. Lo pusieron junto a los otros dos.
- Bien, hijos de puta -dijo Johnny-, ¡poneos de rodillas! 
Ellos obedecieron. Johnny agarró al que intentó matarlo.
- Tú, gírate, ¡mírame a los ojos!
Obedeció. Johnny ordenó a Jack que agarrase aquel tío. Entonces encañonó a uno de los que estaban de rodillas, apoyando su pistola en su nuca.
- ¿Ken te mandó matarme?
- ¡No diré nada!
Johnny disparó. Parte de la sangre de aquel tío lo salpicó. Encañonó al otro.
- ¿Ken te ordenó matarme?
- ¡Hijo de perra!
Johnny volvió a disparar, esta vez había puesto la pistola sobre la cabeza de su víctima.
- Johnny -dijo Ritchie- mira tu mano izquierda.
- Joder, tengo un trozo del cerebro de ese cerdo en la mano.
Johnny cogió aquel trozo de cerebro y miró al Ace que intentó matarlo. Le puso la pistola sobre la frente.
- ¡Abre la boca!
El Ace obedeció, Johnny le introdujo aquel pedacito de cerebro en la boca. El Ace tuvo arcadas.
- Como me vomites encima, te mato. ¡Ahora trágalo!
Aquel Ace hizo lo que le mandaron, pero no pudo evitar el vómito. Johnny empezó a patadas con él.
- ¡Por favor! ¡Para! Te diré todo lo que necesitas. Ken nos ordenó que te matásemos, al él se lo ordenó Carrington...
- Ya está. Muy bien.
Johnny miró hacia arriba. Vio unas escaleras.
- Id arriba -dijo Johnny a los suyos- registradlo todo, si hay alguien, eliminadlo. Buscad una cuerda.
Ritchie subió la escaleras, mientras Jack buscó una cuerda.
- Johnny, aquí arriba está todo despejado.
Jack entró con una cuerda. También trajo un spray de pintura.
Subieron con el Ace al piso superior. 
- Atad la cuerda a algún sitio fuerte. 
Johnny cogió el otro extremo de la cuerda y empezó a hacer un nudo corredizo. Apuntó con su pistola al Ace.
- ¡Póntelo! No tengo todo el día...
El Ace obedeció. Jack hizo una seña de que el nudo estaba listo.
- ¡Tú, montón de mierda! Sube a la ventana.
El Ace obedeció, tembloroso. Johnny le dió una fuerte patada en la espalda, lanzándolo al vacío. Aquel chico murió desnucado. Ni siquiera se movió, sólo se movía en péndulo por acción de la gravedad.
Los Spartans salieron de la casa. Jack hizo una gran pintada con el spray, una amenaza en toda regla para lo Aces: "Death to Aces MC".
Se subieron en sus motos y regresaron a sus casas. Cuando Johnny abrió a puerta de su casa, Annie tenía el pijama puesto. Estaba en la cocina, tenía en sus manos un cartón de leche.
- ¡Ya has vuelto! Me estaba tomando un vaso de leche caliente. Me muero de frío.
Johnny la miró en silencio. La sonrisa de Annie pronto se borró.
- Traes la ropa ensangrentada otra vez, ¿no habrás...?
- Sí. He matado a tres Aces.
Ella se sentó, muy seria. Johnny se acercó a ella, intentó abrazarla, sin embargo Annie prefirió apartarse un poco.
- Johnny, la venganza no es la solución.
- Sí que lo es. Ellos intentaron matarme a mí. ¿Acaso preferirías verme muerto el día que intentaron meterme la sobredosis?
- No...
- Pues ya está. Tu cuídate mucho, si vienen a por mí, podrían venir a por tí.
- No les intereso...
Johnny agarró la mano de Annie, la miró a los ojos. Notó que su mano estaba helada. Annie tenía ojeras.
- ¿Has tomado tu medicación?
- Sí, claro.
- Estás helada...
- Bah, no te preocupes, estuve ensayando un poco con el violín. Me han dicho que en unos meses habrá audiciones en Los Ángeles para un violín solista. No creo que me admitan, hay gente muy buena, pero iré de todos modos.
- Seguro que te admiten, eres la mejor.
Annie sonrió. Sabía que Johnny la estaba animando. No pudo evitar acariciar su pelo.
- Johnny, ¡si no tienes ni idea de música clásica! Si crees que AC/DC son clásicos...
Él se rió a carcajadas. Tomó a Annie en sus brazos y la subió hacia el dormitorio. La posó sobre la cama y la besó. Ella enseguida buscó refugio entre las sábanas mientras él se dirigía al cuarto de baño. Cuando él volvió a la habitación, Annie ya estaba dormida. Johnny se metió en la cama y apagó la luz.
A la mañana siguiente, Annie se despertó antes que Johnny, ella debía ir a trabajar. Cuando ella se marchó Johnny aún dormía. Ella contempló aquella escena durante unos segundos. Estaba dormido boca abajo, con el torso desnudo. En ese momento Johnny se despertó y Annie fue corriendo a despedirse.
Esa misma mañana, lejos de allí, la sheriff Faulkner acababa de aparcar su coche patrulla ante una casa donde había una pintada y un hombre ahorcado en la fachada. Tan pronto como vio aquella escena no pudo evitar pensar para si misma un "Johnny, otra vez".
Uno de los forenses salía de la casa, mientras se sacaba la mascarilla se acercó a la sheriff.
- En mis veinte años de experiencia jamás había visto tal carnicería. Si es usted sensible, mejor no entre.
La sheriff colocó su gafas de sol sobre su cabeza, mirando al forense le espetó:
- Creo que no será para tanto.
Dicho eso entró en la casa. Sin embargo, la escena que la recibió hizo que el bacon del desayuno se le acercase peligrosamente a la boca. No pudo evitar las arcadas que intentó disimular tapando la boca.
- Sheriff, si esto le afecta, es por que es humana -dijo el forense- la persona que realizó esto es un auténtico psicópata, a estos dos los mató como si fuese una ejecución. Eso que ve ahí es un trocito de cerebro, está mordisqueado...
La sheriff hizo un gesto de pausa con sus manos, empezó a palidecer y a notar que su presión sanguínea descendía de manera peligrosa. Johnny había alcanzado un nivel de crueldad propio del asesino en serie que protagonice una pelicula gore.
El forense la acompañó a la salida, en el jardín, la sheriff no pudo aguantar más, vomitando.
- ¿Se encuentra bien?
- No. Ese olor tan nauseabundo, el de la sangre, es superior a mí.
Una vez ella se limpió la boca con un pañuelo de papel, uno de los agentes se acercó ella.
- Sheriff, ¿cree que los Spartans están detrás de esta carnicería?
- Ni idea...
- Han aparecido pintadas y las víctimas tenían insignias de los Aces...
- ¡No estoy ciega! No tenemos pruebas concluyentes de que fueran los Spartans...
Una tercera voz interrumpió la conversación.
- Si aparecen casquillos del .357 Magnum habrá sido el líder de los Spartans...
- ¿Usted quién coño es y qué hace aquí? -replicó la sheriff-.
- El .357 es un calibre utilizado en muchas armas, como la Desert Eagle. Tengo entendido que es el arma favorita de su lider, de Johnny.
El hombre que hablaba venía muy bien vestido, era joven, moreno, con un aspecto chulesco. La sheriff lo contempló de arriba a abajo.
- ¿Qué pinta usted en mi jurisdicción?
- Tranquila encanto, soy el agente Hoffman, me envía el FBI. Parece ser que ustedes tienen un problema con cierta banda...
- Para empezar, para usted soy la sheriff Dawn Faulkner, del condado de Fairmont y para cualquier cosa que haga necesitará mi permiso. Está en mi jurisdicción.
- Vaya, la rubia saca la uñas...
- Un respeto. Por favor.
- Vale, pero el asesinato es un delito federal...
- Sí, cometido en mi jurisdicción, así que vuelva a Los Ángeles y cuide su bronceado. Buenos días.
La sheriff volvió a su coche patrulla mascullando un "capullo" más que perceptible. Tomó su teléfono y mando un sms a Johnny.
Cuando Johnny recibía aquel sms estaba en el taller. Se separó un poco del grupo, acercándose a la puerta principal. El texto era breve:
Necesito hablar contigo esta noche. Es urgente. En la playa a las 22. DF.
Johnny tomó el aire durante unos segundos, al volver a entrar en el taller, vigiló a los prospect que estaban trabajando en una de las motos. Escuchó su conversación sin que ellos lo notasen.
- ... las ganas de follar son como las ganas de ir cagar, te entran de pronto, y nada, acabas empalmado y con tu novia negándose a hacer nada contigo, así que...
- Dejad de hablar de pollas y demás mariconadas y ponéos a currad, panda de maricas. Os pago para que curréis no para que os pongáis a hablar de rabos como quinceañeras.
En ese momento ellos bajaron sus cabezas y retormaron al trabajo. Johnny vislumbró una figura femenina en la esplanada de entrada al taller, se acercó a mirar. Era Annie, llevaba una bolsa de papel en la mano. Johnny se acercó a ella y la besó.
- Te he traído un bocata para la comida. 
- Gracias.
- ¿Tienes hoy mucho trabajo?
- Sí, volveré tarde a casa.
- Vale, te dejaré algo preparado para cenar.
Se despidieron con un beso.
Al entrar en el taller los prospects seguían hablando.
- Joder, la novia de Johnny me pone muy burro.
Jack entró por detrás de los prospects, golpeando al que había dicho aquella frase.
- La novia de un Spartan ni se toca, menos aún la del Presidente. ¿Os queda claro mariconas?
- Sí.
Johnny se acercó  a ellos con gesto amenazante.
- Si Annie me dice que le habéis dicho cualquier guarrada, os mato. A ella, ni mirarla.
Los prospects tragaron saliva.
El día transcurrió sin mayores novedades. Llegada la hora señalada, Johnny tomó su Harley y se marchó al punto de encuentro con la sheriff. Al llegar al aparcamiento, se encontró con que éste estaba desierto.
 Johnny sólo vio a un grupo de chavales haciendo footing por la playa. De pronto un coche hizo presencia. Era el monovolumen de la sheriff. Johnny se acercó a la ventanilla.
- ¡Vaya! No sabía que el uniforme te sentase tan mal...
- Cierra el buzón, Johnny. Estás como una cabra, menuda carnicería montaste en aquella casa. Aquello parecía una película de terror.
- En todo caso una snuff...
- ¡Lo que sea! Te has pasado. Los federales andan dando vueltas por aquí...
- Mira Dawn, esos tíos que maté, intentaron matarme a mí metiéndome un chute de caballo. Y como bien sabes, yo no me meto jaco... Recibieron su merecido. ¡Ah! Por cierto, Carrington les ordenó que me matasen.
- ¡Dios! ¿Qué pasará si te cogen?
- Lo tengo muy claro, si yo caigo, tu caerás conmigo.
La sheriff no pudo evitar atragantarse. Johnny prosiguió su discurso.
- Cuida bien tus pasos y vigila a tus hombres, como mi nombre salga en algún sitio, prepárate...
- Johnny, tengo que acerte una pregunta.
- Dispara.
- ¿Qué significa ese parche que pone ACMD?
- All Cops Must Die. Bueno, tengo que irme, Annie me espera.
Johnny dio la espalda a la sheriff, propinó una patada a la palanca de encendido de su moto y se marchó de allí mientras una gota de sudor frío se colaba por la espalda de la sheriff.
Cuando llegó a casa Johnny, Annie estaba preparando la cena, Johnny había vuelto antes de lo esperado. Ambos cenaron relajadamente y después vieron un rato la televisión. Cerca de las doce de la noche, ya estaban en el dormitorio, pero antes de acostarse el timbre de la puerta los sorprendió.
- ¿Johnny, qién será a estas horas?
- Annie, quédate aquí, coge el revolver por si pasa algo.
Johnny bajó las escaleras, con el torso desnudo. mientras bajaba las escaleras cargó su arma y la escondió detrás de su espalda. Abrió la puerta, allí estaba un hombre de pelo canoso, de unos cincuenta y tantos años. Era conocido. Johnny se relajó y puso el seguro de su arma.
- Pasa Gary. ¿En que puedo ayudarte?
En ese momento Johnny vio como los ojos de aquel hombre estaban hinchados y varias lágrimas caían de su rostro.
- Necesito tu ayuda -dijo Gary con voz temblorosa-. Han violado a Beth. Está en el hospital...
En ese momento la cara de Johnny se desencajó. Tocó el hombro de Gary, lo miró fijamente a los ojos y le dijo:
- Cojeré al hijo de puta que ha violado a tu hija. Te lo juro. 
 

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